Este
era el mensaje que rezaba el cartel de la puerta de la habitación del
hijo de un amigo, que a la vez era su lugar de estudio habitual. Cuando
abrió la puerta, creía estar en un bazar de regalos en lugar de un
cuarto de trabajo: televisión para que vea sus películas (siempre con
previo permiso de los padres), ordenador con internet para poder buscar
información de sus trabajos, mini-cadena para escuchar música antes de
ir a dormir, pósteres por todas partes y montones de ropa por el suelo.
En un ambiente así, ni educamos ni facilitamos el trabajo de los hijos.
Tantos medios al alcance de un adolescente se nos escapan de las manos.
Porque cuando quiera ver la televisión, la verá y sabrá hacerlo sin que
sus padres se enteren, y lo más probable sea que el internet lo utilice
preferentemente para chatear, y no para buscar información, así como si
le apetece escuchar música mientras estudia se la pondrá. Todos estos
medios no son malos, pero hay que saber utilizarlos adecuadamente. Un
estudiante no debe tener tanto medio a su alcance con tanta facilidad
en su cuarto. La televisión, el ordenador y la música debe disponerlos
en lugares de la casa que sean compartidos, y que los padres sepan en
qué momento los utiliza y del uso que hace de ellos. De lo contrario, se
convierten en trabas para su estudio, y no resultan más que verdaderos
problemas para hacer fructificar adecuadamente sus horas de trabajo.
Ellos no son conscientes y se lo tenemos que enseñar.
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